El arte como brújula: la historia de Carelys González, la joven que aprendió a crecer sin dejar de soñar
Por Saufy
Hay historias que se van construyendo en silencio, sin estridencias, sin buscar reflectores, pero cargando una fuerza interior capaz de transformar a quien las escucha.
La historia de Carelys González, ecuatoriana de 23 años, pertenece a ese tipo de relatos: íntimos, auténticos y profundamente humanos.
No es celebridad, tampoco influencer.
Pero posee algo que hoy escasea: una sensibilidad que no necesita exhibirse para sentirse. Una vocación que nació desde lo cotidiano y que, con el tiempo, se convirtió en su destino profesional.
Carelys vive entre cámaras, luces y emociones. Y aunque ahora lo reconoce, durante muchos años no supo que el arte la estaba preparando para convertirse en quien es.

Una infancia donde el arte ya estaba sembrado
Para entender a Carelys, hay que volver a su niñez.
Su mamá, una mujer hábil con las manos, le enseñó a bordar, a pintar en tela, a crear sin miedo. Sin darse cuenta, la rodeó de un universo artístico que se volvió natural para ella.
El ballet llegó como complemento perfecto.
Entre zapatillas, escenarios y disciplina, descubrió lo que era expresarse con el cuerpo, lo que significaba entregarse a un arte que exige constancia.
Pero crecer implica decisiones difíciles.
El ritmo académico del colegio fue demasiado exigente y tuvo que abandonar la danza profesional. Ese momento marcó su primera gran despedida, un aprendizaje temprano sobre priorizar sin dejar de sentir.
Cuando la vocación aparece donde menos la esperas
De niña decía que quería ser veterinaria, un deseo tierno, más emocional que real. Pero a medida que creció, entendió que el arte siempre le hablaba más fuerte.
Cuando ingresó a la universidad, no imaginaba que Comunicación sería su brújula. No era su primera opción, pero se convirtió en su espacio más genuino: cámaras, producción, contenido, fotografía. Todo encajó de forma tan natural que parecía que la vida la hubiese estado preparando años atrás.
Recordó que siempre estaba organizando eventos, participando en actos, ayudando a docentes, creando ideas. El arte ya estaba ahí, solo esperaba ser reconocido.

La fotografía: un escenario donde el tiempo no existe
Hoy, lo que antes era intuición es profesión.
En un set fotográfico, Carelys se transforma. Observa, analiza, imagina. Juega con luces, sombras y texturas como quien escribe un poema visual.
La fotografía se convirtió en su refugio y en su manera más honesta de comunicar.
Es su forma de narrar sin palabras, de capturar emociones que no siempre se pueden explicar.
“Cuando estoy detrás del lente, me siento en mi lugar”, afirma.
Y esa certeza es un privilegio que pocos encuentran tan jóvenes
Vivir en redes sin perder la esencia
Trabajar como community manager le dio una mirada más crítica sobre las redes sociales.
Sabe que son una herramienta poderosa, pero también un espacio donde se difumina la línea entre lo real y lo superficial.
Ella no juega a ser perfecta.
Ni vive presionada por actualizar su vida para complacer algoritmos.
Publica cuando lo siente, no cuando “debe”. Y aprendió que la privacidad es una forma sana de protegerse.
Elegir bien a las personas: su manera de cuidar el alma
Carelys no se abre fácilmente.
Observa, escucha, siente. Se guía por la energía de la gente. Por eso su círculo es pequeño, pero muy sólido.
Tiene dos principios que nunca negocia:
La lealtad: Como un “estoy contigo” incluso en silencio.
La confianza: Ese cristal que, una vez roto, nunca vuelve a ser el mismo.
Gracias a esa claridad, ha aprendido a dejar ir sin rencor. A comprender que no todas las personas están destinadas a quedarse, y que algunas llegan solo a enseñarle algo.
El perdón: una decisión que no implica regresar
Para ella, perdonar no significa borrar ni olvidar.
Es reconocer el dolor, entender lo que pasó y decidir si vale la pena reconstruir o simplemente cerrar el ciclo.
Hay personas que volvieron a su vida con cambios reales.
Y otras que, aunque perdonadas, quedaron atrás.
Su visión del perdón está lejos del dramatismo: es madura, honesta y profundamente humana.

Su mensaje para quienes aún están encontrándose
Antes de despedirnos, le pido una frase que resuma su aprendizaje.
No duda demasiado.
“Sueña en grande, pero mantén los pies en la tierra.
Los sueños necesitan paciencia.”
Carelys camina sin prisa, confiando en su proceso.
Crea desde el corazón.
Construye desde el arte.
Y demuestra que no hace falta hacer ruido para dejar huella.
Descubre su trabajo:
@carelys_oficiall
@photobycare