Michael Jackson, conocido como el “Rey del Pop”, no solo dejó una huella imborrable en la historia de la música y el espectáculo, sino también en el campo de la invención. Uno de sus movimientos más icónicos, el inolvidable paso de inclinación en 45 grados que realizó en la canción “Smooth Criminal”, parecía desafiar las leyes de la física. Lo que pocos sabían en su momento era que detrás de ese gesto sobrehumano había un elaborado sistema mecánico ideado y patentado por el propio artista y su equipo. El famoso “zapato antigravedad” es una muestra clara de cómo la innovación tecnológica puede fusionarse con el arte escénico.

La primera vez que el mundo vio el movimiento fue en el videoclip de Smooth Criminal en 1988. En aquella ocasión, los efectos especiales y los arneses hicieron posible que Michael y sus bailarines se inclinaran a un ángulo de 45 grados sin caer. Sin embargo, el verdadero reto surgió cuando Jackson quiso replicar ese mismo efecto en sus presentaciones en vivo, sin cables ni trucos cinematográficos. Fue así como nació la necesidad de crear un mecanismo real, funcional y portátil que le permitiera llevar la ilusión al escenario.

En 1993, Michael Jackson y dos de sus colaboradores —Michael Bush y Dennis Tompkins— registraron en la Oficina de Patentes de Estados Unidos la invención de un calzado especial diseñado para engancharse al piso del escenario. La patente, titulada “Method and means for creating anti-gravity illusion” (Método y medio para crear una ilusión de antigravedad), describe un sistema en el que una ranura en el tacón del zapato se encaja en una clavija retráctil instalada en el suelo del escenario justo antes de ejecutar el paso.

El mecanismo permitía que, al quedar firmemente enganchado, el zapato ofreciera un punto de apoyo fijo sobre el cual el cuerpo pudiera inclinarse hacia adelante sin perder el equilibrio. Todo el sistema estaba cuidadosamente sincronizado con el momento de la coreografía para que las clavijas emergieran del suelo en el instante preciso. Tras ejecutar el paso, estas se retraían de nuevo, devolviendo al escenario su apariencia normal. El truco era tan limpio que pasaba totalmente desapercibido para los miles de fanáticos en cada presentación.

El impacto del invento fue tal que no solo reforzó la reputación de Jackson como un innovador en el escenario, sino que también marcó un precedente en la industria del entretenimiento en vivo. Aunque muchos artistas han incorporado tecnología en sus espectáculos, el nivel de detalle y sofisticación detrás del famoso paso de Smooth Criminal lo convierte en uno de los efectos escénicos más recordados de todos los tiempos. Incluso después de su muerte, la imagen de Jackson desafiando la gravedad permanece grabada en la memoria colectiva del público.

Más allá de lo visual, el zapato antigravedad de Michael Jackson representa la obsesión del artista por la perfección. Michael no solo componía y bailaba, también se involucraba de manera directa en el diseño de cada aspecto de su espectáculo, desde los efectos de luces hasta los atuendos y la escenografía. Su deseo por ofrecer una experiencia única y sorprendente lo llevó a romper barreras no solo musicales, sino también físicas y técnicas.

El legado de esta invención sigue vivo se puede consultar públicamente y ha sido objeto de estudio en universidades, museos y espacios dedicados al diseño escénico y al entretenimiento. A lo largo de los años, la hazaña de Jackson ha sido imitada, parodiada y homenajeada en diversos contextos, desde talent shows hasta películas. Sin embargo, el original sigue siendo insuperable: ningún otro artista ha logrado combinar con tanta maestría la ingeniería con el espectáculo.

Su capacidad para imaginar lo imposible, y luego encontrar la manera de hacerlo realidad, es parte de lo que lo convirtió en leyenda. Y aunque el mundo lo recuerda por su voz, su baile y su inigualable presencia escénica, su contribución como inventor también merece un lugar destacado en la historia del arte y la tecnología.

Escrito Por:
Yadira Cobos