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Diego Ocaña: El valor de creer en uno mismo y no rendirse nunca

Los40
09/07/2025

Por Saufy

Hay historias que no necesitan gritar para ser profundas. Son esas que, desde la constancia silenciosa y el esfuerzo diario, nos enseñan que sí se puede. Hoy, en Un café con Saufy, conversamos con Diego Ocaña, un joven que ha sabido transformar los desafíos en oportunidades, y que nos recuerda que, con fe, orden y corazón, los sueños se van cumpliendo paso a paso.

Un camino lejos de casa, pero cerca del propósito

Diego es de Ambato, una ciudad que guarda en su corazón con cariño. A los 18 años, decidió dejar su hogar para estudiar en Quito. Aunque la idea de empezar de cero en una ciudad nueva asusta, para él fue el primer paso hacia una vida llena de aprendizajes.
Como todo joven que migra, sintió el peso de la soledad, del silencio, de los días difíciles. Pero también supo encontrar en esos momentos la semilla de su independencia y crecimiento. “Me costó, sí. Pero aprendí a valorar las cosas y a organizar mi vida con intención”, cuenta con una sonrisa que mezcla nostalgia y orgullo.

De los tropiezos a la claridad

Como muchos, Diego también vivió la incertidumbre de la pandemia. Volvió a casa, compartió más con su familia, y encontró en ese tiempo una pausa necesaria para reenfocar su camino. Fue allí cuando decidió unirse a una organización juvenil que lo marcaría profundamente.
Durante las noches, mientras el mundo dormía, él trabajaba por causas sociales. De día, estudiaba. Y aunque el equilibrio fue difícil —con momentos de discusión, frustración y cansancio—, jamás se detuvo. “Mis papás fueron mi sostén. Mi mamá, el emocional. Mi papá, el estratégico”, dice. Esa red de apoyo fue vital para no rendirse.

La fe como brújula, la organización como motor

Diego tiene una frase tatuada: “Mi yo del presente es más grande que mi miedo del pasado.” Y esa idea lo acompaña cada vez que duda o que siente que las fuerzas flaquean.
Cree profundamente en la planificación. Desde tener su escritorio ordenado hasta saber con claridad qué hará la próxima semana. Ese hábito, que para muchos parece menor, ha sido una de las claves de su progreso. “La organización me salva del caos. Me da paz”, asegura.

Más que éxito, plenitud

Cuando le preguntamos qué significa el éxito para él, no menciona títulos, ni puestos, ni dinero. Diego habla de paz, de gratitud, de ver a sus padres orgullosos. “Hoy, el éxito para mí es ser feliz y saber que estoy haciendo lo correcto. No sé si mañana piense distinto, pero hoy es suficiente.”
Y sí, puede que no lo diga con bombos ni platillos, pero Diego está viviendo cosas que hace algunos años solo estaban en sus sueños. No porque le llegaron de golpe, sino porque trabajó por ellas con constancia, sacrificio y fe.

El legado de un joven con propósito

A sus 25 años, Diego sabe que la vida es breve. Por eso quiere dejar huella. No en estatuas, ni en portadas… sino en las personas que lo rodean. “Quiero que me recuerden como alguien generoso, que compartió lo que aprendió. Como un hermano mayor que ayudó a su familia a tener un mejor camino”, dice con humildad.

Diego no busca ser héroe, pero sí ser útil. Cree que los sueños empiezan con una conversación sincera con uno mismo… y, en su caso, también con Dios.
Para los que hoy sienten que no pueden más
Antes de cerrar la conversación, le pedimos un mensaje para esos jóvenes que hoy sienten que no pueden más. Y sin dudarlo responde:
“No se rindan. De verdad. La vida cambia, y lo que hoy parece imposible, mañana puede ser parte de tu historia. Hay que vivir con sentido, no solo sobrevivir.”

Conclusión: No todos los soñadores tienen alas, algunos tienen agendas bien organizadas

Diego Ocaña es prueba de que no necesitas fama ni aplausos para estar haciendo las cosas bien. Que basta con una brújula interna clara, amor por lo que haces, y la firme decisión de no rendirte cuando todo se pone cuesta arriba.
Historias como la suya no solo inspiran, también nos recuerdan que todos —desde donde estamos— podemos construir algo que valga la pena. Y que a veces, lo más grande que podemos hacer… es ser coherentes con quienes somos.

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